CULTIVAR TOMATES EN MACETAS: Una presencia absoluta en nuestro huerto urbano

Incluso en el reducido tamaño de un huerto casero en macetas, la experiencia de cultivar tomates en macetas, una planta herbácea anual perteneciente a la familia de las solanáceas, con grandes propiedades orgánicas y mil usos en la cocina, no se puede desaprovechar, al menos en algunas temporadas.

En este sentido, el tomate suele ser el elemento central de salsas, sabrosas guarniciones o el aderezo de ricas ensaladas o sencillos platos fríos, tanto en verano como en invierno. Es un príncipe de la dieta mediterránea y de la cocina italiana en general.

De hecho, estamos hablando de uno de los frutos más apreciados (recordemos que un fruto botánico tiene al menos una semilla y crece a partir de la flor de la planta), pero cuyo valor multifacético en la cocina merece atención y respeto incluso en su cultivo, que no es de los más triviales debido a los requisitos climáticos.

Dejando para más adelante los diferentes tipos de semillas de esta hortaliza de fruto, en este artículo nos centramos en los orígenes, propiedades nutricionales y algunos consejos para cultivar una hortaliza que no puede faltar tarde o temprano en tu huerto urbano.

HISTORIA

El tomate fue importado a Europa en 1540 por los conquistadores españoles que lo descubrieron en uso en el oeste de Sudamérica (Perú) por los Incas y en el actual México por los Aztecas que lo llamaban Xitomati, de ahí la etimología de la palabra inglesa 'tomato'.

PROPIEDADES ORGÁNICAS

La fruta madura contiene numerosos nutrientes, aunque bajos en calorías. El zumo de tomate o los tomates centrifugados, tomados como bebida, ponen a disposición del organismo una cantidad significativa de licopeno, un importante antioxidante que disminuye el riesgo de contraer ciertos tipos de cáncer. El tomate también contiene muchas vitaminas, fibra y minerales como hierro, zinc, selenio, fósforo y calcio. También es rico en agua, por lo que resulta ideal para quienes siguen una dieta hipocalórica.

Sin embargo, no hay que exagerar en su ingesta, ya que también se sabe que tiene propiedades altamente alergénicas, sobre todo en la parte verde, que contiene histamina y solanina, que, sin embargo, en el fruto maduro o cocido disminuyen su carga alergénica.

CULTIVO

El tomate ama los climas cálidos: en Italia los cultivos más conocidos se encuentran en Campania y Emilia, seguidos de Apulia y Sicilia, pero con el debido cuidado también puede trasplantarse a zonas climáticas algo más hostiles.

Para ganar tiempo, ya es aconsejable sembrarla en febrero-marzo, pero en algunos casos también en enero, y debe almacenarse en lugares con temperaturas cálidas, no inferiores a 20 grados. Después, entre abril y mayo, dependiendo de la latitud, tanto el plantón cultivado en casa como el comprado en un vivero deben plantarse en una maceta.

Asegúrese de que la maceta o parte del jardín esté bien expuesta a la luz solar.

Por último, es aconsejable comprobar con un termómetro o un sensor insertado en el suelo que la temperatura exterior no desciende por debajo de 12 grados para no dañar las raíces y perjudicar el crecimiento.

Al ser plantas trepadoras, los tomates deben sujetarse durante su crecimiento con un palo para que puedan desarrollarse en la posición vertical correcta. Por lo tanto, deben instalarse cuando la planta alcance una altura de 40 cm para soportar el peso del fruto y del tallo, que en algunos casos puede alcanzar hasta dos metros de altura.

Además, hay que eliminar las hojas que tocan el suelo o quedan a la sombra, cubiertas por las que están a mayor altura.

En cuanto a la elección de los plantones o semillas para plantar, entre las distintas variedades recomendamos la 'Pachino' y la 'San Marzano', que son perfectas para la preparación de salsas y ensaladas, así como un excelente relleno para una pizza casera, pero menos pesadas en maceta que la variedad 'corazón de buey', que sólo puede utilizarse para una excelente ensalada.

PARA REFLEXIONAR

Plantar tomates en macetas puede dar grandes satisfacciones, pero también requiere cuidados constantes. Es una planta que necesita tanto luz como calor y no puede abandonarse a su suerte.

Podemos pensar en algún tipo de invernadero para proteger las plántulas del frío y hacer que crezcan durante un periodo más largo que los seis meses de primavera y verano, combinado con la posibilidad de controlar la temperatura exterior complementada con una autonomía de riego de varios días, en caso de que falte uno para el cultivo.

Necesidades, por otra parte, que ya hemos encontrado no sólo en otros lectores, sino también en nuestra propia experiencia personal.

 

CULTIVAR TOMATES EN MACETAS

En comparación con los tomates plantados en el suelo, sin embargo, hay que tomar precauciones especiales porque se trata de una situación más artificial en la que nuestros cuidados juegan un papel aún mayor.

Tomates en macetas: La ubicación

El tomate es una planta que necesita mucho sol. El clima en el primer periodo de desarrollo del cultivo puede ser todavía fresco y húmedo, por lo que es necesaria una buena insolación, sobre todo para evitar enfermedades.

Teniendo en cuenta que la plantación de los plantones de tomate tiene lugar entre abril y mayo, lo ideal es que la terraza, veranda o patio donde se vaya a colocar la maceta con los tomates esté bien iluminada, preferiblemente con orientación sureste o suroeste, para que reciban luz durante la mañana y la tarde respectivamente.

Si el espacio está orientado al norte, no hay que renunciar necesariamente al huerto en el balcón, pero sí cabe esperar un retraso en el crecimiento de las plantas y unos tallos de aspecto algo enjuto, es decir, largos pero delgados.

La consecuencia será una inevitable menor productividad de las plantas. Otro parámetro que no hay que subestimar, sobre todo en la ciudad, son las fuentes de sombra provocadas por otros edificios y árboles, que pueden agravar aún más las exposiciones al norte o, por el contrario, mitigar la insolación en las completamente al sur.

La maceta

Elija el recipiente adecuado. En un huerto en maceta, el recipiente desempeña un papel muy importante, ya que delimita el espacio en el que el sistema radicular tiene la oportunidad de desarrollarse. Antes de plantar tomates, merece la pena detenerse a elegir la maceta. Los recipientes para cultivar tomates pueden ser de distintos tipos y formas, pero lo más importante es su capacidad: teniendo en cuenta el desarrollo potencial de la planta, que alcanza alturas de unos 2 metros en el suelo, hay que tener en cuenta que el sistema radicular también necesita espacio y tierra en la que echar raíces. Si optamos por macetas redondas, éstas deben tener al menos 30 cm de diámetro y 30 cm de altura, y lo mismo se aplica a las macetas cuadradas. También podemos poner 2 o 3 plantas juntas en macetas rectangulares altas y resistentes. Las cajas de fruta también pueden reciclarse para el cultivo, siempre que también sean suficientemente firmes y resistentes, en cuyo caso las cajas deben forrarse interiormente con plástico perforado en la parte inferior.

Si disponemos de las cajas de madera adecuadas para huertos elevados, por ejemplo de 1 metro x 2 metros, podemos plantar 6 tomates en dos filas y hacer útiles asociaciones con albahaca, apio, ensalada o perejil. En cuanto a los materiales, los recipientes de plástico son sin duda ligeros y no presentan el riesgo de romperse si se caen con el viento, y al ser impermeables retienen la humedad del suelo durante más tiempo. También son muy interesantes para experimentar las macetas de tela geotextil. Cultivar en un balcón o patio suele tener un valor ornamental incluso mayor que en un huerto, lo que también debe tenerse en cuenta a la hora de elegir el recipiente.

La tierra para tomates en maceta

El substrato de cultivo. La clásica tierra universal para macetas no es suficiente para cultivarlas con éxito; los tomates son una planta exigente en cuanto a nutrientes. Lo ideal es mezclar la tierra para macetas con tierra real, que también contiene la fracción mineral del suelo y aporta así diversos microelementos útiles. También es indispensable añadir compost maduro y puñados de estiércol granulado. Hablando de compostaje, si la terraza es lo suficientemente grande, resulta muy útil disponer de un compostador en el que depositar los residuos orgánicos de la cocina y de las propias plantas para hacer un buen acondicionador del suelo. Incluso hay compostadores para lombricultura en el balcón. Además de la tierra para macetas, también hay que cuidar el drenaje de las mismas: en el fondo de las macetas grandes es mejor poner una capa de arcilla expandida, mientras que en las macetas sencillas está bien poner los clásicos platillos.

El riego

En suelo abierto, el sistema radicular de las tomateras puede extenderse hasta un metro y medio de profundidad, lo que permite que la parte aérea esté bien anclada y nutrida en todo momento y que encuentre agua en profundidad, necesitando poco riego. Los viejos agricultores solían decir que regando demasiado "los tomates no saben a nada". Por supuesto, esto no puede aplicarse a las plantas cultivadas en un espacio reducido como una maceta; en tal situación debemos regar a menudo, en verano a diario. Las siguientes precauciones deben observarse siempre, incluso cuando se cultiva en macetas:

  • Riegue la base de las plantas y no la parte aérea, para evitar favorecer el desarrollo de enfermedades fúngicas como el mildiú velloso;
  • Utilizar agua a temperatura ambiente, dejándola templar un poco al aire. El agua que sale directamente del grifo está, de hecho, bastante fría y podría causar un shock a las raíces bien calentadas dentro de una maceta expuesta al sol;
  • Prevenir los mosquitos: en el balcón, las regaderas o cubos que se dejan llenos de agua a propósito corren el riesgo de atraer a estos molestos insectos, por lo que se pueden verter en el agua gotas de un producto a base de Bacillus thuringiensis israelensis, una cepa adecuada para el control natural de los mosquitos.

Gestionar el riego des tomates en macetas durante las vacaciones

Durante los meses de verano es normal ausentarse de casa por vacaciones, pero hay que encontrar una solución para que las plantas cultivadas no mueran. Existen botellas especiales con tapones porosos, que pueden llenarse y colocarse boca abajo en la maceta, de modo que distribuyen el agua gradualmente, pero no garantizan una larga autonomía. Si las macetas de cultivo son numerosas, puede tener sentido instalar un verdadero sistema de riego por goteo equipado con un temporizador que permita programar los turnos de riego.

El acolchado
El acolchado es una técnica muy ventajosa para el huerto, pero también en macetas o jardineras poner una capa de mantillo en la base de la planta puede ser beneficioso. En este caso, el objetivo no es tanto proteger contra las "malas hierbas" como conservar la humedad del suelo durante más tiempo. Si no disponemos de paja o hierba marchita, podemos utilizar otro material, como sacos de yute, para proteger el suelo en la base de nuestros tomates de balcón.

La quema
En terrazas o patios especialmente expuestos al sol, y con paredes blancas que reflejan la luz, las plantas pueden sufrir estrés por exceso de luz solar y deshidratarse rápidamente, sobre todo en los calurosos meses de verano.
Además de colocar una malla protectora de sombra, podemos rociar las tomateras en maceta con caolín, un mineral de arcilla fina que crea una pátina blanca en la vegetación y la protege de las quemaduras solares.

Atraer a las abejas al balcón
Los tomates también se benefician de las abejas y los abejorros para la polinización de las flores y, por tanto, para la fructificación. Comparado con el huerto, el balcón suele ser un entorno más urbano y menos poblado de insectos polinizadores, por lo que conviene atraerlos.
Demos pues rienda suelta a nuestra creatividad y deseo de belleza combinando tomateras con flores especialmente aptas para atraer a estos valiosos insectos: cosmos, zinnias, lavanda, borraja y otras.

Enfermedades y plagas
Las enfermedades del tomate y las plagas de insectos son las mismas que en el cultivo en campo abierto, pero el balcón es notoriamente un entorno más artificial en el que es difícil recrear el equilibrio ecológico de los espacios abiertos. Por eso, las plagas pueden manifestarse de forma más agresiva y, por tanto, debemos vigilar siempre las plantas.
Incluso en el cultivo en maceta merece la pena pulverizar macerados de ortiga, ajo y cola de caballo para prevenir los problemas más frecuentes. Podemos probar productos de defensa ecológica como el Bacillus subtilis, que actúa contra las enfermedades fúngicas, y el piretro contra las chinches. También podemos decidir recurrir al clásico verde de cobre sólo tras lluvias persistentes, siempre leyendo antes las etiquetas para conocer las dosis y precauciones de uso.

 

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