Huertos urbanos y contaminación: un impacto muy positivo

En la actual era "VERDE", se hace mucho hincapié en las emisiones contaminantes y los gobiernos y las comunidades locales intentan una y otra vez encontrar soluciones, en su mayoría temporales, a falta tanto de ideas de solución como, sobre todo, de medios financieros.

 

Hablamos de remedios que se han utilizado en el pasado reciente, como la reducción de los horarios de calefacción durante el periodo invernal, hasta la limitación de la circulación de vehículos, como los domingos a pie o la alternancia de matrículas.

 

Son soluciones, hasta ahora nunca resolutivas, utilizadas por los gobernantes locales ante una secuencia de días consecutivos de niveles de contaminación muy elevados, sobre todo en invierno.

 

En Milán, la ciudad donde nació "The House Farmer", pero en todo el valle del Po, este fenómeno atmosférico es particularmente frecuente. La “metrópoli” lombarda también se ve afectada por varios días de niebla con bajas temperaturas que, combinados con una ventilación muy deficiente, forman un efecto invernadero muy peligroso para respirar.

 

También por este motivo, pensamos en desarrollar un sistema de huertos metropolitanos que pudiera activar un círculo virtuoso de autosuficiencia alimentaria parcial o total, capaz de reducir, al menos en parte, el impacto negativo de las emisiones contaminantes.

 

Conviene recordar que algo más del 60% de las emisiones son generadas por los tubos de escape de los automóviles, que son el principal medio de transporte utilizado para ir de compras y cuyo uso puede y debe contenerse, limitarse o incluso eliminarse, con claros beneficios para la salud de toda la comunidad, tanto en un área urbana circunscrita como en un área rural más amplia.

 

No es fácil hacer predicciones sobre el ahorro o la reducción del consumo de Co2, pero podemos hacer una estimación a nivel doméstico y pensar en el impacto positivo que podría lograrse a mayor escala con una amplia difusión de los huertos en terrazas, balcones, patios y jardines de nuestras ciudades.

 

LAS CIFRAS A ANALIZAR

Hay dos variables que debemos tener en cuenta a la hora de realizar cualquier análisis sobre el ahorro de CO2: en primer lugar, la producción personal de hortalizas, que determina el porcentaje de autosuficiencia, y en segundo lugar, el nivel medio de emisiones de un coche.

 

Un metro cuadrado de huerto puede producir hasta 40 kg de hortalizas al año. En Europa, el consumo medio per cápita varía de un País a otro, más influido por los hábitos alimentarios nacionales que por las latitudes.

 

Sorprendentemente, los mayores consumidores de frutas y hortalizas son los daneses (255 kg/año), seguidos de los españoles (204kg). Muy por detrás se sitúa Italia, con 168 kg, seguida de Noruega, con 166 kg. Cierran la lista europea Francia, Inglaterra y Alemania, todos por debajo de los 140 kg per cápita, y entre ellos y nosotros se sitúan Suecia y Suiza.

 

Supongamos por defecto un consumo personal medio anual de unos 150 kg de hortalizas, ajustado a las frutas más difíciles de cultivar en macetas, con raras excepciones como las fresas. Para una familia media de cuatro miembros, el consumo medio es, por tanto, de unos 500/600 kg, teniendo en cuenta que los niños/adolescentes no suelen ser grandes consumidores de hortalizas, al menos en sus primeros años. No obstante, se trata de una estimación conservadora.

 

Básicamente, estamos hablando de 250 viajes de 2 kg al año de ida y vuelta al minimercado/supermercado para realizar esta necesidad alimentaria, que reducimos a 200 si algunas compras se realizan a domicilio en tiendas de proximidad (fruterías o mercados locales), que, sin embargo, sólo son típicas de algunas realidades europeas y más típicamente mediterráneas.

 

En definitiva, afirmamos que se necesitan unos 15 metros cuadrados de huerto para cubrir las necesidades de hortalizas de una familia, si cada metro produce hasta 40 kg.

 

AHORRO DE DIÓXIDO DE CARBONO

El segundo elemento que hay que analizar es el ahorro de contaminación, gracias al aumento de la producción vegetal "interna" o doméstica.

 

Las emisiones de Co2 de un coche de gasolina son de unos 2.380 g por litro consumido. Si consumimos dos litros de gasolina para desplazarnos, por ejemplo, habremos lanzado al aire casi 5 kilos de dióxido de carbono. Las emisiones de CO2 de un coche diésel también son mayores, 2,64, mientras que las de un coche de GLP son menores, 1.610 g emitidos por litro.

 

De hecho, los tubos de escape de los coches contribuyen a aumentar considerablemente las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, agravando el problema del efecto invernadero, que impide la dispersión del calor y genera un peligroso aumento de la temperatura.

 

Supongamos un consumo de 5 kilos de dióxido de carbono (dos litros de gasolina) por viaje al supermercado. Si una familia se autoabasteciera totalmente de verduras, evitaría unos 200 desplazamientos en coche, ahorrando unos 1.000 kilos o una tonelada de emisiones de CO2.

 

Aunque sólo fuera la mitad, cada hogar podría evitar la emisión de cinco quintales de dióxido de carbono, así como de monóxido de carbono y otras partículas, incluidas las tristemente célebres PM10, que son gravemente perjudiciales para la salud si se respiran de forma continuada y en cantidades excesivas.

 

 UN CONTADOR "VERDE”

Las proyecciones anteriores deben y pueden afinarse y hacerse más precisas y fiables gracias al uso de un producto/recipiente (hardware) "construido a medida" que interactúa digitalmente mediante software con el mundo exterior y es capaz de proporcionar una dimensión más precisa del ahorro de emisiones nocivas o, alternativamente, de los niveles de contaminación externa, todos ellos datos importantes que pueden utilizarse para estudios más elaborados.

 

Una especie de contador "verde" que nos gustaría implantar para proporcionar a nuestro usuario/cliente una herramienta sofisticada para mejorar su sistema de jardines metropolitanos, una "herramienta" que THF está empezando a desarrollar.

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