
Abejas en la ciudad y en los jardines de los balcones: una nueva forma de biodiversidad
Las abejas huyen del campo plagado de pesticidas y encuentran cada vez más refugio en las zonas urbanas, en su nuevo papel de excelentes indicadores de la situación medioambiental.
Las cifras ya son impresionantes, con una proliferación del número de colmenas en grandes metrópolis como París, Nueva York y Londres a la cabeza, esta última con más de 3.000, una cifra impresionante pero ridiculizada en comparación con las 15.000 de Berlín.
LA REALIDAD ITALIANA
También en Italia estamos asistiendo a un fuerte crecimiento del fenómeno en varias ciudades: Bolonia, Bolzano, Milán, Potenza y Bari, pero ya casi en todas partes.
La apicultura urbana se ha convertido en una oportunidad para acercarse al mundo de las abejas, insectos fundamentales para el ecosistema.
Las abejas representan tanto el presente como nuestro futuro, ya que actúan como detectores de contaminación capaces de darnos información sobre el estado de salud del medio ambiente. Además, la apicultura urbana es también una oportunidad para construir una comunidad compartiendo experiencias, como los huertos, poniendo a la gente en contacto con la naturaleza.
En Italia, previa autorización de las autoridades competentes, es posible instalar libremente la propia colmena, teniendo en cuenta las distancias de respeto a los límites de la propiedad y a las vías públicas.
En los últimos años se han desarrollado diversos proyectos, patrocinados por municipios, regiones, pero también por empresas privadas, que se han centrado en la biodiversidad y la conservación de un insecto tan importante para nuestras vidas.
Esto ha fomentado la formación de comunidades activas y concienciadas, capaces de tomar decisiones cotidianas y a largo plazo para salvaguardar la salud de todos. Como parte de este proceso, cada año se identifican, de forma voluntaria, lugares en los que llevar a cabo la vigilancia, ciudad por ciudad.
ESCAPAR DEL CAMPO
El nuevo contexto urbano presenta una mayor biodiversidad que las zonas rurales, donde la agricultura moderna e intensiva está cambiando radicalmente el paisaje. La necesidad de cultivar alimentos (a menudo para la alimentación animal) ha fomentado el uso de pesticidas altamente peligrosos para nuestra salud y para la vida de otros seres vivos que forman parte inseparable de la biodiversidad de nuestro planeta.
La ciudad se convierte así en un refugio para muchas especies animales y vegetales que pueden encontrar un entorno menos hostil para su supervivencia y las abejas, en particular, quedan menos expuestas a todos esos agentes químicos utilizados en la agricultura (herbicidas, insecticidas y abonos químicos). De hecho, no es raro ver enjambres de abejas en los árboles metropolitanos.
Los insecticidas se han convertido en una grave amenaza para las abejas y los polinizadores, especialmente en las zonas agrícolas.
El papel específico de los insecticidas en el declive mundial del número de abejas está aún poco estudiado. Sin embargo, cada vez hay más pruebas de que algunos insecticidas, utilizados actualmente en el sistema agrícola mecanizado e industrial de hoy en día, tienen un impacto negativo indiscutible en la salud de los insectos polinizadores, tanto a nivel individual como de las colonias.
Incluso los efectos no letales asociados a su uso en dosis bajas aún no se han cuantificado, pero sin duda afectan a la vida de las abejas.
Según un informe de las Naciones Unidas sobre la grave crisis de las abejas en la agricultura, el número de colmenas ha disminuido entre un 10 y un 30% en los últimos años en Europa, un 30% en Estados Unidos y más de un 85% en Oriente Medio, y la mortandad no parece detenerse a pesar de la concienciación de la opinión pública.
En este contexto, la apicultura urbana parece responder mejor a la necesidad de proteger a estos insectos polinizadores, amenazados por el cambio climático, la agricultura intensiva y el uso generalizado de pesticidas.
Las colmenas y los colmenares de las ciudades también tienen la función de vigilar la calidad del aire y el nivel de contaminación atmosférica, y son capaces de proporcionar información sobre la biodiversidad de una zona.
ABEJAS y HUERTOS URBANOS
La mejor ubicación para una colmena, si no es en los tejados, es un jardín suficientemente grande que respete las distancias mínimas.
Conviene recordar que de las 100 especies vegetales que proporcionan el 90% de los alimentos del mundo, más del 70% son polinizadas por las abejas.
Abejas y huertos urbanos constituyen una unión cada vez más fuerte e indisoluble. El huerto se está convirtiendo en una salvaguarda para las abejas en una nueva realidad, la urbana, cada vez más rica en biodiversidad.
Por ello, es fundamental proteger a estos insectos también con cultivos que puedan ser polinizados más fácilmente por ellas, favoreciendo su crecimiento con herramientas adecuadas y también con colores vivos, que recuerden a las flores, para atraerlas más fácilmente.
En este contexto, incluso una maceta colorida puede facilitar la consecución de este importante objetivo, ya que las abejas reconocen los colores y recientemente se ha demostrado que también reconocen los estilos artísticos.
Un huerto en el balcón ayuda a nuestras abejas urbanas y les ofrece un pequeño espacio natural donde pueden realizar su valioso trabajo.